Lactancia materna a demanda, ¿cual es su significado real?
Cuando quiera yo, no cuando digas tú
¡Cuando quiera yo, mamá, no cuando digas tú¡ Esto es lo que seguramente nos dirían los bebés si pudiesen decir lo que sienten y lo que quieren, cuando les damos de mamar.
Esto de que un bebé coma cuando quiera, al ritmo que quiera, a la velocidad que él decida, que tome la cantidad de leche que él desee (y que nosotros no vemos), que pare, que continúe, que se distraiga, que lo haga de noche, de día, en la consulta del pediatra, en la tienda de ropa o esperando el autobús, es algo que hoy día, la sociedad en general no tiene asumido. Esto de que a un bebé, se le deje, por una sola vez en su vida, tener “barra libre”, es inaudito para muchos.
¿Qué pauta deberíamos seguir para conseguir un amamantamiento prolongado y exitoso?
Sólo hay una forma de que la lactancia materna comience, se instaure para quedarse, permanezca y se prolongue de forma natural hasta que la diada bebé/madre así lo deseen. Es seguir los instintos básicos por los que se rigen los bebés para alimentarse. Es decir, ofertarle el pecho cuando lo deseen y sin límite en la duración de las tetadas.
¿Y si me recomiendan que le dé un pecho cada 10 minutos?
Aún hay muchos profesionales que siguen aconsejando pautas de amamantamiento que tratan de imponer a las madres absurdos horarios restringidos. Por ejemplo, 10 minutos en cada pecho, o un pecho cada 3 horas y al siguiente el otro. Estas pautas llevan, mas pronto que tarde, al abandono prematuro de la lactancia. Muchas madres ven malogrados sus intentos de experimentar una lactancia prolongada y feliz (aunque luego, a escondidas, le ofreciesen la teta a su bebé cuando él lo pedía). Hoy día se sabe que un bebé, si se le deja, es capaz de alimentarse de forma adecuada sin ningún tipo de horario. Las pautas rígidas llevan indefectiblemente a que el pecho no se vacíe bien, ingurgitación, obstrucción y mastitis. Así como a la introducción precoz de leches artificiales y dejar la lactancia.
¿Pero esto significa en cualquier momento y lugar, de día y de noche?
Es cierto que esto de a demanda, causa en muchas familias cierto desconcierto. Pero, ¿siempre y en todo lugar? Pues sí. Hay que ver el amamantamiento como un acto puro de amor, un acto de nutrir a nuestros hijos. Si apartamos las miradas externas que quizá ven en este acto algo diferente a lo que es, no tendremos ningún reparo en comprender que la teta es aquí y ahora. El bebé es el que manda. Somos mamíferos. Esto es algo que se nos olvida. Nuestras crías nos necesitan cerca. Necesitan el contacto físico estrecho, estar marsupializados y por ende comer con frecuencia. Esa fase se llama exterogestación. El recién nacido necesita sentirse in útero, sentir el calor de su madres, sus latidos. Debemos vivirlo con total naturalidad e intensidad.
Muchas personas creen que los bebés que maman por la noche están malacostumbrados y que no duermen porque se les deja mamar de noche. Todos los bebés se despiertan por la noche hasta edades muy avanzadas y siempre pedirán algo a cambio. O bien la teta, o bien un abrazo. El destete nocturno no conlleva “dormir de un tirón” toda la noche. Por otra parte las tomas nocturnas aseguran una secreción potente de prolactina. Es la hormona productora de leche en la mama y por lo tanto aseguran tener un amamantamiento prolongado.
¿Este patrón de amamantamiento va cambiando con el paso del tiempo?
Las madres que han tenido éxito en largas lactancias, saben que este comportamiento a demanda, cambia. En los primeros meses, el llamado bebé “garrapata” permanecerá anclado a esa teta que lo comunica directamente con el interior de su madre. No habrá nada más. Con el paso del tiempo, el lactante mayor, sigue mamando a demanda, pero usa esa teta como colchón, como salvavidas. Le calma sus miedos y sus ansias. Lo hará en cualquier lugar, diciendo ¡mama, teti, teti! Y aquí la madre es cuando ya podrá comenzar a negociar si puede atenderle en ese momento o tendrá que esperar. Será ahora un ¡Cuando digas tú, negociando los dos!
La demanda sigue existiendo y funcionando a medida que el bebé va creciendo. Cuando se introduce la alimentación complementaria, sobre los 6 meses, la teta debe seguir siendo el alimento base del bebé al menos hasta el primer año de vida. Puede seguir mamando lo que quiera, las veces que quiera, independientemente de la comida sólida que sea capaz de tomar y que curiosamente, deberá ser también ¡a demanda!!! Precisamente el sistema de alimentación Baby led Weaning se basa en ofrecer y respetar los gustos del bebé en la ingesta de los diferentes alimentos sólidos. Sin forzarlo, es decir, a demanda. Hay estudios que confirman que de esta forma los bebés aprenden a comer de todo. Y a largo plazo tienen menos riesgo de ser obesos. Y qué curioso, amamantar a un bebé a demanda también disminuye el riesgo de obesidad futura.
Entonces, dar a demanda ¿es lo natural?
En un mundo en que todo está controlado, contado, milimetrado, medido, numerado, es escandaloso dejar a nuestros bebés que saquen de nuestras entrañas ese líquido blanco que es oro puro, fuente de salud y sabiduría, cuando quieran y como quieran, sin saber cual es el montante. Pero eso no nos debe importar. Porque veremos a nuestros hijos sanos y felices. Creciendo bien y recordándonos constantemente: ¡No mamá, no, cuando quiera yo, no cuando digas tú!
¿Cómo sé que mi bebé tiene hambre?
Nada más nacer
En las primeras 2 horas de vida, tras un parto normal, el recién nacido está muy despierto. Estos primeros momentos son muy importantes en la vida del bebé. El contacto piel con piel despierta todos sus sentidos, que están bien desarrollados. Si no hay interferencias, la mayoría de ellos buscarán el pecho y se agarrarán sin dificultad.
En las horas siguientes, el estrés del parto causa adormecimiento a madre e hijo durante varias horas. Por eso es importante aprovechar esa primera fase en el que el bebé está despierto. Un buen comienzo es importante para una buena lactancia posterior.
¿Qué hace un bebé cuando tiene hambre?
Es fácil reconocer las señales con las que el bebé nos dice que tiene hambre:
– Abre y cierra los ojos, abre y cierra la boca.
– Saca la lengua y mueve la cabeza hacia los lados. Si está en brazos se gira hacia el pecho.
– Se chupa los labios y hace chasquidos.
– Se chupa sus manos.
Si no se le da el pecho, poco a poco comienza a moverse más, a “buscar” con más nerviosismo y a mover la cabeza más agitado hasta que termina llorando.
¿Y si espero a que llore?
Muchas mamás creen que el llanto de un bebé casi siempre quiere decir que tiene hambre. Y al revés, pueden pensar que si el bebé no llora, es que no tiene hambre. Pero no siempre es así.
El llanto es la forma en que el bebé nos comunica que algo no va bien. Puede que sea por hambre, pero también puede ser porque tiene calor, porque tiene el pañal mojado, porque le duele algo… O, simplemente, porque quiere que lo tomen en brazos.
No hay que olvidar que los bebés necesitan la cercanía y el contacto de su madre, independientemente de la forma en que se alimenten.
Cuando un bebé llora por hambre, es que tiene “demasiada hambre”. El llanto del bebé es un signo de sufrimiento y estrés y con ello el bebé gasta más energía. Así que, a la larga, el bebé que tiene que llorar para que lo alimenten, necesita más alimento.
Es mucho mejor adelantarse y aprender a reconocer pronto otras señales con las que el bebé nos dice que quiere comer. Porque algunos bebés no se agarrarán al pecho hasta no estar calmados y cuando el bebé ya está llorando, es probable que le sea más difícil tomar el pecho.
¿Cómo sé que mi bebé alimentado al pecho toma lo que necesita?
El único signo fiable de que el bebé toma todo lo que necesita es su peso. Todo lo demás sólo sirve como orientación. Si el bebé está ganando peso de forma adecuada y llora, hay que buscar otra causa. Es casi seguro que no llora por hambre. Pero siempre es bueno ofrecerles el pecho en primer lugar. Muchos bebés se calman así porque el pecho también proporciona confort y tranquilidad.
El ser humano nace con un fuerte instinto de succión (chupar). Por eso el bebé se calma al succionar (aunque no tomará leche si no tiene hambre). Mientras tanto, el cuerpo de la madre recibirá las señales adecuadas para producir leche en la cantidad justa para las necesidades de su bebé. Otras veces, puede que no sea eso lo que quiere. Si sigue llorando habrá que tratar de buscar otra causa.
Por otra parte, algunos bebés parecen tranquilos, “buenecitos”. Pero si no ganan peso o lo pierden, algo va mal y hay que buscar la causa. A veces, están demasiado débiles para llorar y pedir alimento (sobre todo si han nacido antes de tiempo, en la semana 35, 36 o 37).
En las primeras semanas, después de los 3-4 días de vida, un bebé que come lo suficiente, hará varias deposiciones al día, amarillas y líquidas y la orina será clara y abundante, casi una por toma. Cacas verdes, escasas o pipí escaso en un bebé que no gana bien de peso, pueden indicar que está comiendo poco. Y el pipí del bebé no debe ser naranja ni rojo a partir del 4º día de vida.
Pasadas las primeras semanas, los bebés son capaces de pedir pecho claramente. Entonces será más fácil saber qué quieren en cada momento.
¿Se puede dar demasiada comida a un bebé?
Es difícil que un bebé se alimente en exceso cuando toma pecho. Cuando un bebé toma leche artificial en biberón y los padres siempre interpretan el llanto como hambre, es fácil que esté sobrealimentado.
Los bebés tienen el reflejo de succión. Por ello chupan cualquier cosa que se les pone en la boca, el pecho, una tetina o un dedo. Al contrario de la alimentación al pecho, cuando un bebé toma el biberón obtiene siempre una cantidad de leche constante. Esta leche, además, tiene la misma composición a lo largo de toda la toma. Este hecho, junto con el mencionado reflejo de succión, pueden hacer que el bebé continúe tragando leche hasta quedar completamente lleno y muchas veces dormido (lo mismo que cuando uno termina una gran comilona), sobre todo si se insiste hasta que se termina todo el biberón.
¿Y si toma biberón, cómo sé que tiene suficiente?
Pues lo mismo que si toma el pecho. La alimentación de un bebé siempre es “a demanda”.
Eso sí, cuando el bebé toma biberón hay que estar atento para saber cuándo ya no quiere más. La leche artificial se prepara de 30 en 30 ml. pero es muy probable que el bebé no quiera exactamente la cantidad preparada. Unas veces tomará 50, otras 90 y otras 105 ml. Así que es importante saber las señales que muestra el bebé cuando ya no quiere más (se aparta del biberón, deja de succionar, se queda dormido…) y nunca insistir para que se tome toda la cantidad preparada. Las “rayitas” del biberón sirven para preparar la leche de forma exacta. No debe ser para controlar lo que el bebé toma. Es mejor terminar la toma y ofrecer más si el bebé pide al cabo de un rato, que conseguir que se acabe todo el biberón preparado.