Abuso en uso de pantallas
El uso de las pantallas forma parte de la rutina de cualquier familia. Se ha demostrado que los niños y adolescentes superan notablemente el tiempo recomendado por los expertos.
CONSECUENCIAS DEL ABUSO EN USO DE PANTALLAS
El uso responsable, limitado y supervisado por adultos es beneficioso para los más pequeños ya que el contenido consumido a través de las pantallas puede ser didáctico y educativo (contenidos adaptados, interacción con otras personas, acceso fácil a contenidos, e-learning).
Sin embargo, un uso descontrolado, sin horarios ni vigilancia puede conllevar problemas de salud en los niños que repercute en su desarrollo físico, mental y emocional.
Aislamiento social: el exceso de tiempo frente a las pantallas puede llevar al aislamiento social, ya que los niños pueden preferir la interacción en línea sobre la interacción cara a cara. Los juegos violentos pueden provocar trastornos del sueño, desencadenar problemas neurológicos y pérdida de empatía por el sufrimiento ajeno.
Problemas de salud mental: el uso excesivo de redes sociales puede estar relacionado con problemas de salud mental, como ansiedad, dependencia a los dispositivos y depresión, especialmente entre adolescentes. De particular importancia es el ciberbullying, como víctima o victimario.
Falta de habilidades sociales: el tiempo excesivo frente a las pantallas puede limitar las oportunidades para que los niños practiquen habilidades sociales en situaciones del mundo real, como aprender a resolver apropiadamente conflictos o generar alianzas y juegos colectivos.
Exposición a cibercrimen: el uso de tecnologías puede exponer a los niños al ciberacoso, pornografía, extorsión o engaños, lo que puede tener un impacto negativo en su bienestar físico, emocional y/o de relaciones.
Reducción de la atención y el tiempo en actividades al aire libre: el exceso de tiempo dedicado a las tecnologías puede llevar a la reducción de actividades propias de su edad, como el juego al aire libre y la lectura, importantes para el desarrollo social y emocional.
Molestias físicas: Dolor de cabeza y cuello dada la postura forzada para mirar bien los dispositivos. Molestias musculoesqueléticas en manos y muñecas.
Afecta los ritmos circadianos: la luz en la noche de los dispositivos hace confundir los relojes biológicos, causando trastornos del sueño y otras afecciones crónicas (obesidad, diabetes, depresión).
Desensibiliza el sistema de recompensa del cerebro: se pierde el efecto de la dopamina sobre la sensación de placer, que nos ayuda a localizar objetivos básicos para nuestra supervivencia.
Afecta el desarrollo neurológico: cognitivo, trastornos emocionales y trastorno del comportamiento en adolescentes y jóvenes.
Para maximizar los aspectos positivos y minimizar los negativos, es esencial que los padres y cuidadores supervisen y guíen el uso de tecnologías por parte de los niños. Establecer límites de tiempo, promover la comunicación abierta sobre las experiencias en línea y fomentar un equilibrio saludable entre las actividades en línea y fuera de línea son medidas importantes para apoyar el desarrollo social y emocional de los niños en la era digital.
Tiempos adecuados frente a las pantallas
Las recomendaciones de tiempo frente a las pantallas en niños pueden variar según la edad y la etapa de desarrollo, así como las pautas proporcionadas por organizaciones de salud y pediatras.
Menores de 18 meses: la Academia Americana de Pediatría (AAP) y la Sociedad Chilena de Pediatría, recomiedan evitar el uso de pantallas digitales en esta edad, excepto para las videoconferencias con familiares. En esta etapa, el enfoque debe estar en la interacción cara a cara y actividades físicas. Idealmente no exponerlos antes de los 2 años.
De 18 a 24 meses: si se introduce el uso de pantallas, se recomienda hacerlo con contenido de alta calidad y educativo, pero con una duración limitada y bajo supervisión de un adulto. Se sugiere un límite de 1 hora o menos al día.
De 2 a 5 años: recomendamos limitar el tiempo de pantalla a 1 hora por día de contenido de alta calidad y educativo. Los padres deben ver el contenido con sus hijos para ayudarles a comprender lo que están viendo y cómo aplicarlo en la vida real.
De 6 años en adelante: Las pautas pueden ser más flexibles, pero se debe enfatizar la importancia de equilibrar el tiempo de pantalla con actividades físicas, sociales y académicas. Los padres deben seguir supervisando el tipo de contenido y el tiempo que sus hijos pasan frente a las pantallas. Idealmente, no debieran superarse las 2 horas diarias, incluyendo el tiempo dedicado a tareas.
Adolescentes: aunque las necesidades varían, se sugiere que los adolescentes limiten su tiempo de pantalla para garantizar un sueño adecuado, la participación en actividades físicas y una comunicación saludable con la familia y amigos.
Recuerda que las anteriores son pautas generales y que cada familia puede ajustarlas según sus posibilidades y necesidades. Lo más importante es mantener un equilibrio saludable entre el tiempo de pantalla y otras actividades relevantes en la vida de un niño, como la interacción social, el ejercicio físico, la lectura y el juego al aire libre. También es esencial supervisar el contenido al que los niños tienen acceso y fomentar un uso responsable de la tecnología desde una edad temprana.